Crecí
acariciando tus hojas... sujetándome a tu vida, gateando a tu alrededor,
llamando tu atención.
Tus hojas me
cantaban nanas, un balanceo suave en la
madrugada.
Apartabas
tus ramas cuando quise ver las estrellas desde mi ventana, y en calma me
ayudabas a imaginar mis deseos. En noches cubiertas tus hojas simulan luceros.
Tu sombra
acompañaba mis días, tú en el jardín...inmóvil...pero siempre mi compañero.
(...)
Fragmento del cuento "Hermano Árbol".
Autor: Braulio Meléndez Pérez