En
la azotea de casa los gatos casi no levantan el sueño; ni tan siquiera las
plantas soltaron su fragancia, la contuvieron.
Tumbado
sobre la superficie, acariciando el suelo, sus alas cobijaban su cuerpo.
Un
pájaro dulce, luminiscente, diferente; para mi un extranjero.
Lo
recojí entre mis brazos y me dió consuelo.
En
su rostro vi bosques, mares, el espacio,
el firmamento.
Plumas
de espuma blanca, finas láminas de terciopelo. Su mirada me cantó callada;
su
sonrisa reflejó un anhelo.
(....)
Fragmento del cuento "Los Ángeles también se caen".
Autor: Braulio Meléndez Pérez
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